Nació con casi 4,2 kilogramos. Qué grande es, dijeron; pero a mí me parece pequeña cuando la abrazo y noto ese calorcito que deja siempre en el pecho un recién nacido.
Gala ha llegado para ponerlo todo (maravillosamente) patas arriba. Aunque a quien más patas arriba le ha puesto su mundo es a Lea, que se ha convertido en hermana mayor. Sólo tiene tres años. Ahora creo que las dos serán siempre pequeñas. Aunque sé que, si el tiempo avanza y nos respeta las alegrías, algún día el pequeño seré yo. Creo que ese es el ritmo, creo que así debería ser siempre en todos los lugares del mundo.
Gala ha llegado a casa hace un mes y con ella han vuelto los gestos, las rutinas, las ojeras de hace tres años. Han vuelto los paseos nocturnos por el pasillo para dormirla, los pañales cambiados casi a ciegas, las curas del cordón umbilical, las siestas en el sofá. Los desvelos.
Dice Agustín Fernández Mallo en su Madre de corazón atómico (lo leí con Gala en brazos: lo leía pensando en ella y en Lea dentro de muchos años: lo leía y me atravesó por entero y me zarandeó y me puso boca abajo) que desvelarse por un bebé es “dejarse la vida por algo que será, por un proyecto de vida futura, lo cual convierte la actividad del cuidado en algo netamente vital, en cierto modo trascendente”. Una trascendencia inversa a aquel otro desvelo que provocan las rectas finales, que de eso va, en realidad, el libro de Agustín Fernández Mallo.
Gala ha llegado y ahora vuelvo a sentir el resplandor de todo lo vivido casi instantáneamente, como si contemplara el presente ya desde el futuro que será pasado alguna vez. Creo que ese es el superpoder que nace con las m(p)aternidades: se siente la solidez de cada momento vivido, aunque luego va desapareciendo conforme las rutinas nos comen terreno. Disfrutemos. Bienvenida, Gala.
Por cierto, con Gala vuelve esta newsletter. Durante el tiempo que ha pasado sin publicarse, han seguido llegando igualmente suscriptores a cuentagotas, lo cual me viene a motivar para seguir adelante. Aunque a partir de ahora será mensualmente. Y es que las paternidades, como comentaba hace poco en Solaris Jorge Carrión, alteran los ritmos de escritura.
Antes de tomarme mi baja por paternidad, publiqué un artículo largo sobre Normandía en Viajes National Geographic ¡Ahora tengo ganas de probar cómo es viajar con dos peques!
📚 El libro
El príncipe destronado, de Miguel Delibes
Quico, su protagonista, también tiene tres años (como Lea) cuando se convierte en hermano mayor. Delibes trazó con delicadeza a través de solo doce horas la psicología infantil, “el misterio opaco de la infancia”, como definió Berna González Harbour en el prólogo de esta edición.
💻 Las redes
Clima, medio ambiente, calentamiento global, emergencia climática… Estoy leyendo a Rachel Carson, al Delibes ecologista, a James Lovelock… El ritmo del calentamiento global es el más acelerado de la historia y Lea y Gala me preguntarán dentro de unos años si hice algo al respecto. Espero poder decir que sí. En Climática han comparado doce propuestas de cara a las elecciones europeas.
🎶 La canción
Robe Iniesta y el tercer movimiento de Mayéutica (2021) sonó a todo volumen en el coche mientras volvía de dar mi conferencia en Tarraco Viva: “que tú queriendo descifrar/mi empeño por poner/un cielo azul aquí entre tanto trasto”
🎞️ La pantalla
Mi reno de peluche
¡Joder, qué tristeza hay en la mirada de Jessica Gunning haciendo de Martha Scott! He caído en la serie viral del momento y me produce mucha pena ver a la protagonista en esa barra, sola, sin que la sociedad haya hecho nada por ayudarla, buscando un mundo ficticio en el que salvarse, buscando el resplandor de lo vivido que nunca disfrutó
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