Número 7
Uno no se da cuenta de aquello que tanto le gustaba hacer hasta que comienza a echarlo de menos. Suelen ser cosas pequeñas que pueden pasar desapercibidas, pero que, en realidad, son partículas elementales de felicidad: vamos, que alegran la vida que es un contento. Lo hemos experimentado de forma colectiva en estos tiempos de pandemias y confinamientos varios en los que aquello de no poder ir a los bares era como la punta del iceberg, que la jodida sobresale del mar únicamente para mostrarnos la dimensión de todo lo que desconocemos.
A mí me ha pasado con el cine. Desde los últimos meses de embarazo de Cris y el nacimiento de Lea me he perdido Nomadland (basada en el genial libro País nómada, de Jessica Bruder), Mank, El Padre, Soul, Entre copas (sí, las derrotas se miden por la cantidad de batallas perdidas). Digamos que han sido mis partículas elementales de felicidad perdida. Cierto que la mayoría las podría haber visto en alguna plataforma digital de televisión, cómodamente sentado en el sofá del salón; pero, a pesar del invento de las palomitas de microondas, el cine en casa es como una hamburguesa vegetariana, que quiere, y hasta se parece, pero que no llega a ser lo mismo. También es cierto que ahora que las salas han abierto de nuevo podría ir solo, pero soy de esas personas que soportan mejor la soledad en la mesa de un restaurante abarrotado que la de una sala de cine.
Por eso, que el pasado sábado volviéramos a un cine, y que pudiéramos hacerlo con Lea, fue todo un acontecimiento histórico. El acontecimiento fue en Cinema Maldà, gracias a la iniciativa de Maldanins y sus sesiones matinales en versión original. La peli, la francesa Los traductores (Regis Roinsard).
Luces tenues como en los cines del franquismo, volumen de sonido reducido, cochecitos en los pasillos, un cambiador en la entrada, conversaciones sobre bebés que han aprendido a levantar el culo, a hacer la media croqueta o a comer sus primeros sólidos y de fondo versiones infantiles de grandes clásicos del rock. Vamos, que después de pasarme media adolescencia deseando ir a las sesiones golfas, resulta que una matinal ha sido la experiencia cinéfila definitiva en mi vida.
Cierto que me tiré parte de la película en el pasillo con Lea en brazos porque comenzó a quejarse, pero miré a la pantalla en todo momento con la misma devoción con la que lo hace el niño Totó cuando ve el trailer de La Diligencia en esa otra obra de arte infinita que es Cinema Paradiso. Vamos, que si en esas alguien hubiera puesto la música de Ennio Morricone me habría visto llorar en un primer plano a moco tendido por ese momento y por todas las veces en las que fui feliz en una sala de cine.
Haber sido padres en estos tiempos pandémicos ha sido sufrir un doble confinamiento: uno impuesto por el estado de alarma y otro por las lógicas propias de cuidar a un bebé. Las librerías y los museos habían sido hasta ahora los únicos oasis culturales a los que habíamos podido acercarnos con Lea. Ahora, con Maldanins, un sábado al mes, también los cines. Volvemos a recuperar partículas elementales de felicidad y eso, qué leches, sí es una vuelta a la normalidad.
📚 El libro
Cuando imagino maratones de cine junto a Lea me vienen a la mente películas ochenteras. No sé, tal vez porque son aquellas que vi con más ilusión en la pantalla. Todas las de Regreso al Futuro, las de Indiana, Cazafantasmas, Star Wars, Aliens, Los Goonies … Y La princesa prometida o, incluso, Dirty Dancing (¿verdad, Cris?). Estas son algunas de las pelis que aparecen en The Time of My Life, de la periodista Hadley Freeman y que en España publicó Blackie Books. El libro es como sentarse a ver pelis con tu mejor amiga después de haber pasado por el videoclub de tu barrio. Es una delicia descatalogada, por cierto. Así que si lo quieres deberás buscarlo en los mercados de segunda mano.
🎶 La canción
El cine es mágico. Sobre todo, si las vidas son trágicas. Es lo que explica esta canción del ex Beach Boy con Van Dyke.
🎞️ La película
Y hablando de magia en una sala de cine, no puede faltar La rosa púrpura de El Cairo de Woody Allen: el consuelo del cine rompe la cuarta pared y se cuela en la vida real de Cecilia.
💻 Las redes
Desde el momento que has comenzado a leer la nueva entrega de Cuando seas padre... han nacido cerca de trescientos bebés en el mundo. De ellos, noventa en India y cuarenta y seis en China. ¿Cómo lo sé? Gracias a la locura de este mapa. Es una de las curiosidades que recopila semanalmente la estupenda newsletter de Iago Berro.
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¡Nos leemos en quince días de nuevo!
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